Confieso que he tardado unas semanas en asumir que todo un ministro, y además, alto responsable del PSOE, José Blanco, haya osado decir en público que las Diputaciones están sobrando. Confieso además que si este artículo no lo he escrito antes, es porque he esperado la reacción del resto de socialistas; y la del resto de partidos políticos.
El silencio de todos ellos, o las palabras de alguno, como el presidente de la Diputación de Almería, el socialista Juan Carlos Usero, diciendo que si no existieran habría que inventarlas, demuestra que, efectivamente, a todos los que abogamos por su abolición, nos refuerza la idea de que hay que eliminarlas.
No nos remontemos al origen de las diputaciones; ni para pedir su eliminación, ni su permanencia, atendiendo a criterios de pura racionalidad política. En nuestro Estado de las Autonomías, en el siglo XXI, sobran las Diputaciones. En un Estado democrático, fundamentado en la elección de los representantes cada 4 años por los ciudadanos –Ayuntamientos, Comunidades Autónomas y Estado-, sobran las Diputaciones.
Los nacionalistas andaluces hemos defendido siempre el municipalismo como eje vertebrador de la relación entre el ciudadano y la administración. Por eso siempre hemos defendido que los municipios se relacionen mediante las comarcas y las mancomunidades comarcales que les permitan ahorrar en inversiones, mejorar la eficacia de los servicios y acercar la Administración al ciudadano. Son esas Mancomunidades y los Ayuntamientos los que deben tener una relación directa con la Junta de Andalucía, y es esta Institución la que debe dar respuesta a todas las necesidades de todos los pueblos, grandes o pequeños.
Hemos de recordar que los socialistas eran partidarios de quitar las Diputaciones, hasta que se hicieron con ellas; como eran partidarios -y es un comentario muy ejemplificador- de que la Agencia de Comunicación Local de la Diputación de Almería fuera cerrada por ser una emisora de radio ilegal montada por el PP. ¡Hasta que ellos han podido controlarla! Y entonces, ya es fundamental para vertebrar informativamente la provincia.
En la Diputación de Almería, -por seguir en nuestra tierra- tenemos el ejemplo claro de que el actual alcalde de la capital la utilizó para promocionarse a este cargo mientras era su Presidente, como ahora está haciendo el Sr. Usero. Junto a ellos vegetan alcaldes y concejales necesitados de un sueldo, que en sus pueblos no les pueden pagar, y un sinnúmero de "asesores", cuyo duro trabajo ya hemos tenido la ocasión de ver gracias a una cámara oculta.
Sobran las Diputaciones, como sobran Ministerios, y en concreto, todos aquellos que no tienen competencias porque están transferidas a las Comunidades Autónomas, total o parcialmente; bastaría con un ente coordinador.
Sobre todo se trata de eficacia, no de nacionalismo. Pero sí, también de nacionalismo, y con mucho orgullo.